Soberanía tecnológica

, par  Alex Haché

Mientras escribo la electricidad que alimenta mi ordenador Frankenstein, mil veces operado y revivido, se va cortando y el pequeño SAI lanza pitidos. Todo ello contribuye con mi sensación de vivir en una nave espacial y me recuerda cuan precarias pueden resultar nuestras infraestructuras.

PNG Tal y como apuntaba Eleanor Saitta [1] , lo más probable es que sean estas las que nos estén fallando, o nos acaben por matar en primer lugar.

La falta de planificación y resiliencia son causadas por un mantenimiento cada vez más precario de las infraestructuras “públicas”. Juegos políticos decididos por personas cuyas vidas resultan mucho más cortas que las infraestructuras que gestionan. Presiones y tráficos de influencia para conseguir reelecciones y cargos de confianza. Corrupción sistemática. El distanciamiento de las instituciones de la ciudadanía, lo público privatizado, los comunes vandalizados y saqueados. Mientras tanto las infraestructuras tecnológicas, sociales y políticas sobre las cuales se mantienen nuestros estilos de vida son cada vez más complejas. Puede que por ello, los equipos al mando de la cibernética de control de esas infse muestren incapaces de detectar las pautas y vislumbrar cuándo se romperán los diques de la Nueva Orleans, se caerán las redes eléctricas en épicos black-outs, se infectarán las plantas nucleares por culpa de Stuxnet [2] o se colapsará ruidosamente el sistema financiero global.

En mi propia comunidad, mi lugar en este mundo cambiante, las cosas saltan por los aires cada dos por tres. Ocasionalmente la electricidad deja de alumbrar, el proyecto de gestión integral de agua se estanca, el factor humano juega a derribar nuestra tan ansiada estabilidad. Existen grandes similitudes entre lo que intentamos conseguir de manera autogestionada con nuestras infraestructuras básicas (agua, electricidad, lavabos, cocina e internet) con lo que pasa en muchos otros lugares semi-urbanizados dentro de este gigante “planet of slums” [3] en el cual se esta convirtiendo el planeta. Oscilamos entre el consumo descabellado e insostenible de recursos naturales y tecnológicos versus la construcción de una sociedad basada en el decrecimiento, los comunes y la justicia social. Un cambio que implica afrontar muchos retos a la vez : desarrollar y mantener las infraestructuras, dotar a las instituciones del pro-común de sostenibilidad, repensar las normas sociales y cómo las hilamos entre todas.

Quizás este dossier no aporte soluciones a estos temas más bien macros, pero sí plantea maneras alternativas de entender la cuestión tecnológica. Se trata de la parte donde se reconstruyen las cosas a nuestra manera ya que, como apuntaba Gibson, “la calle siempre encuentra sus propios usos a las cosas [4]. La soberanía tecnológica nos remite a la contribución que hacemos cada una de nosotras al desarrollo de tecnologías, rescatando nuestros imaginarios radicales, recuperando nuestra historia y memorias colectivas, re-situándonos para poder soñar y desear juntas la construcción aquí y ahora de nuestras infraestructuras propias de información, comunicación y expresión.

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